Juntarnos

En alguna parte de aquel inmenso lugar te perdiste, volaste, lloraste, reíste, y sin imaginarlo, estuve ahí persiguiendo tus pasos. Un día cualquiera por la mañana; te encontré, pero no dejaste rastro, te miré y solo veías al infinito, te hablé y una respuesta se resistió, te llamé y el silencio se hizo cargo. 

Sin embargo, como si usara una fórmula precisa, resultaste enfrente de mí, en un pasillo de un edificio cualquiera, y más aún, como si fuera capaz de transformar mis pensamientos en realidad hablamos a solas. La resolución de una hermosa ecuación entre ambos se convirtió en una noche de cervezas y charla inmensa. 

Quien habría imaginado que aquella noche se prolongaría varias veces como si un valor fuera respuesta a varias incógnitas. Aunque suena bien lo anterior, hay momentos que se elevan tanto como aquella fría y lluviosa noche que me guarde por horas en tus labios. Pero hay que bajar y pisar el suelo, sentirse mortal porque tus labios ya no son mi guarida. 

Insistiré en que ninguno de los dos sabía que argumentar cuando las caricias aparecieron. Tibios movimientos, pequeñas sonrisas se han vuelto nuestro vocabulario. Contradictoriamente, el tiempo se ha vuelto nuestro enemigo que rompe esos estados transitorios que vivimos. Aunque nos asuste quiero prolongar esos instantes las veces que sean necesarios. 

Ahora, paso imaginando historias contigo, estoy ahí ya no persiguiéndote sino tratando de juntar mis pasos a los tuyos. 

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